Para cada peligro detectado debe
estimarse el riesgo, determinando la severidad del daño y la probabilidad de
que ocurra. Para ello, asignaremos un valor numérico a cada nivel tanto de
probabilidad como de severidad del daño, atribuyendo doble valor a los niveles
de severidad frente a los de probabilidad. Podemos observar en las siguientes
gráficas:
A la hora de establecer la probabilidad
de daño, se debe considerar si las medidas de control ya implantadas son
adecuadas. Los requisitos legales juegan un papel importante en este tema.
Además se debe de considerar lo siguiente:
-
Trabajadores
especialmente sensibles a determinados riesgos (características personales o
estado biológico).
-
Frecuencia de
exposición del riesgo.
-
Fallos en el
servicio. Por ejemplo, electricidad y agua.
-
Fallos en los
componentes de las instalaciones y de las máquinas, así como en los
dispositivos de protección.
-
Exposición a los
elementos.
-
Protección
suministrada por los EPI (Equipos de Protección Individual) y tiempo de utilización de los equipos.
-
Actos inseguros
de las personas.
Así pues, en la siguiente tabla obtenemos
las consecuencias del valor de tolerabilidad del riesgo, en base a la cual
deberá priorizarse la acción preventiva necesaria para el control de los
riesgos.
Leve (0)
|
Grave (2)
|
Muy grave
(3)
|
Mortal (6)
|
|
Casi
imposible (0)
|
0
|
2
|
4
|
6
|
Remoto (1)
|
1
|
3
|
5
|
7
|
Poco probable
(2)
|
2
|
4
|
6
|
8
|
Ocasional
(3)
|
3
|
5
|
7
|
9
|
Moderada
(4)
|
4
|
6
|
8
|
10
|
Frecuente
(5)
|
5
|
7
|
9
|
11
|
Obtenemos los casos que deben de tenerse más
consideración dentro del ámbito de trabajo. A destacar en el caso de “Leve”
pero “poco probable” u “ocasional” y en la misma línea de “Muy grave” u
“ocasional”. Por ello, cada empresa crea un plan de prevención de riesgos y
emergencia según el grado y valoración de accidentes dentro de la empresa.
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